que comúnmente llaman silencio?
Cada uno para sí;
y Dios contra todos.
Este libro (me refería a "Para acabar con el mundo", libro dedicado a mi hermana que empecé a pasar en el diario homónimo a ella dedicado http://isabellopeziglesias.blogspot.com/ , pero palabras que emigran a otros diarios míos, éste por ejemplo) es un intento desesperado por significar lo contrario:
Cada uno para los demás;
y Dios con todos.
Pero es precisamente en el reino de la palabra donde más se cosechan los silencios (bien lo supo Alejandra, pienso ahora) Esperemos de ese Todo-Nada por Dios conocido no obre de estrangula-deslumbramientos. Si quemar mis ojos significara incendiar el mundo, Acabarlo en su más brillante expresión: Deslumbrarlo a extremos de que la Luz alumbra a otro, a ya otro, donde cada uno no está abandonado a sus solas fuerzas, donde ese Todo es de todos, no de unos cuantos que se lo apañen para sí llamándolo del nombre de Dios que les parezca, llamándolo finanzas, sólo suyas, armas poder sólo de ellos.
¡Romped ese silencio!
Romped esa palabra que poco significa a la hora de desmontar el pecho,
a la hora de entablar relación de corazón desnudo a ídem corazón.
No hay juicio que más yerre el hombre que este de valorar.
Seguramente de lo considerado más inútil
(ayúdame a escribir el verso más prescindible, Alejandra)
mujer envuelta en esta trama de papel
que tanto beneficiase a la diplomacia a la comedia
y tan poco al de corazón a corazón,
de inteligencia a inteligencia;
de lo considerado más inútil,
mujer presa en tu blanca nada
mundo que pueblas de palabras nacidas para la ignorancia ajena,
secos corazones,
nacerá aquello de lo que más necesitados estamos todos:
Valorar APRENDER A VALORAR.
Aprender a valorar cuanto es arrojado a los guetos,
cuanto es destinado a los oídos sordos de los secos corazones.
Romped esa palabra que poco significa a la hora de desmontar el pecho;
y romped a hablar de corazón desnudo a ídem corazón.
¡Vuestras entrañas a examen!:
¡Lo que escondéis y algún día será propalado por los terrados!
No habléis de amor, cuando lo único que os ilumina es el odio,
la envidia, el desprecio del otro....
pues le visteis mejor,
pues ni os pudisteis siquiera confesar esa vergüenza de verlo mejor,
cuando sí le pudisteis hacer víctima, y así hicisteis, del silencio en el que habéis convertido
la palabra ya relegada al reino de la palabrería,
víctima del silencio y de la maledicencia.
Romped esa palabra que poco significa a la hora de desmontar el pecho;
y romped a hablar ya como hombres,
no como seductores de pacotilla
que dicen buscar un alma cuando el pliegue de una falda
o el botón de la bragueta del interlocutor.
¡Romped el silencio!
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