Una siente algo así como vergüenza ajena cuando ve su careto tan anónimo por el ahí de la red circulando

Trozos de cristales rotos o empañados,
tantas veces falseados u ofrecidos con dolo,
son tus rostros fragmentados.

¿Eso es lo que queda de nosotros?
¿Algo así como una foto
a la que hubiese acercado una cerilla un pirómano?
¿Eso es lo que los otros ven, toman, quieren?
¿Pavesas descuartizadas por la ira,
la peor, la que se viste de los buenos modales de la indeferencia?
¿Quedamos cenizas para disfraz de otros
ya que nosotros jamás los lucimos?

Ahí van las florecientes reputaciones
de tantos que hicieron tanto daño a tantos;
¿y cenizas los demás,
ofrecidos con dolo falsedad,
falseados?
¿Es nuestra imagen la que nosotros proyectamos...
o aquella que los otros,
esos otros con los hilos de los títeres en sus manos,
quieren proyectar?

No hay nada más eficiente que este medio
para hundir reputaciones o no dejarlas nacer;
nada más eficiente para inflar los globos sin contenido
y elevarlos a la estratosfera de las consideraciones.
"¿Hubo alguna vez once mil vírgenes?",
se preguntaban los indecentes machistas
como si alguien se ocupara de la virginidad de ellos;
y habría que preguntarse
por cuánta honra cierta circula por la red,
por cuánta palabra honrada,
circula por los libros, por la cultura,
por la pública vida
que de ella misma dice en cómo va el mundo,
éste que todos hacemos,
no nos extrañemos ni nos rasguemos las vestiduras
por los muertos por el hambre o los sin voz;
este mundo del que todos somos responsables
y aquí en la red demuestra sus asaduras...
Todo lo limpias que las queremos de espejos para afuera
y los sucias que van en los propósitos,
sucias en las acciones y omisiones,
en los silencios cobardes,
en los aislamientos,
sucias en el poder de marginar
que siempre está en manos de todos los sucios
para imponer a los que no son como ellos.

Mundo lamentable que piensa sobrevivir a todas las catástrofes
gracias a la sangre de los que debieron sobrevivir y no sobreviven.
Mundo lamentable desde que los sapiens sapiens lo parieron
con tanta astucia como falto de esa inteligencia de la que presume.