-pues hablamos de una Mente-
Grandísima y Poderosísima;
Insondable en tus misterios...
....
Con todos estos nombres y al infinito que puedes ser conocida.
De los nombres de la Mente Universal,
sombra pudiesen hacer a los de Cristo -Fray Luis-
de una contar con tiempo suficiente.
De los Nombres de la Mente Universal
tan dividida en islotes
que no pareciera importarle mucho al Universo-se-expande
que exista esa Mente o no.
Grandísima y Poderosísima Mente
ante ti me desnudo.
Que viene a ser un reconocimiento de superioridad
de la que se desnuda,
aunque una profesión de penitenta
esta del desnudarse
y al parecer nadie lo ha pedido.
Lo hago sólo sea por contrarrestar
tanto bodegón con tufo a carne
de tetas pitos empeñados en lo mismo:
desnudarse,
aunque todos se lo hayan pedido...
Al parecer.
Que es fama que la pintura miente más que pincela,
es fama o debiera serlo,
tanto mienten los ojos como la lengua
si el empeño o desempeño es la mentira
(¡Y dicen que el cuerpo habla y es la verdad!
Habla en verdad cuando la sed lo ahoga o el hambre o la fatiga;
habla en verdad cuando le empujan a la tumba con los ojos abiertos;
habla cuando se retuerce si le mutilan
si grita en mitad de ese terror...
No creo que hable otra verdad ninguna)
Grandísima y Poderosísima Mente,
¿qué no habrá que no conectes
si eres SuperOrdenadorA?
¿Qué que te sea imposible de realizar?
Sabemos que los sueños pueden convertirse en piedra,
sea la negra en la que la Diosa, ¿Tú?, te aparecías
para contemplar a lo vivo,
una vez más desdiciéndote de lo pintado,
los holocaustos que le, ¿te?, ofrecían;
pueden convertirse en la piedra de nuestra pesadilla.
Por ello ante ti me desnudo
que es un modo de arrancarse a cuajarones la piel
y ofrecértela de manto
para que te coagule.
Aceptamos mi mente de tu Mente,
aunque nos produzca espanto.
Aceptamos ¿Qué otra nos queda?
......
¿Te estás sonriendo como yo sabiendo lo que pienso?
Sabes que miento, que yo también miento,
que miento más que los que no se te desnudan;
sabes que lo único que quiero...
No es que sea perpetuarme;
simplemente quisiera garantizarme de que no te perpetues,
de que mueras como yo,
aunque bien me gustaría que te murieses lo mismo.
No me gustan ninguno de los islotes infinitos que te componen,
aunque el Universo pareciera carcajearse de vosotros,
a más os propaléis como la peste:
Él más,
cual si quisiera encarnándose en mi mente para ello
engulliros a todos:
haceros desaparecer, desapareciendo
huyendo sin retorno ni límite: remedio.
Grandísima y Poderosísima Mente,
¿algún día te me aparecerás
dejándote de emisarios,
rodeos por sueños y apariciones
no de tu índole?
Aunque para mí valgan más:
Apariciones de tus emisarios,
TU EMISARIA,
LA ÚNICA APARICIÓN QUE CUENTA.
¿Algún día te me aparecerás,
¡y colmo al engaño!
actuarás tu presencia de modo positivo?
Siento asco de ese día tanto como lo soñase antes....
Pero hemos visto en un bloque de cemento: de nada,
en el bloque de la negritud más honda, latir un corazón,
llegado hasta él con los dedos de las dendritas.
Sé que lo intentas, que lo buscas,
quieres aparecerte ya.
Mas nunca te veo, pues ya no quiero verte;
y si quisiese algo, fuese un islote... ¿de los tuyos?
Me temo que ese islote, esa islita adorada,
es tan náufraga cual yo,
tan náufraga como cuando se apareciese en mi sueño
mientras le daban muerte al otro lado del océano,
cuando la ahogaban de infamia
de modo que no pudo más erguir su soberbia sobre las olas inmisericordes.
Tú te les pareces;
pero no te nos pareces:
no tenemos nada de ti yo y mi islita.
Y mira lo que te dije hace años,
de lo que ahora me desdigo:
Es la mejor, la única por hacer de todas las revoluciones:
Liberar a la Grandísima Poderosísima Mente
del bloque de cemento, nada, espanto, en el que ha sido hundida,
en el que se la inmovilizó desde su nacimiento
(Como si no fuese móvil lo que se reproduce en pequeñas paridas
o negros bloques de basalto escupidos con lava.
Qué infantil era yo pensando
y ya era mayorcita cuando escribiese eso)
hace quince mil millones de años según rezan astrofísicos...
Aunque yo creo que se quedaron cortos
dado que es imposible escribir con cifras lo eterno,
sean cifras-luz o años-lo-mismo.
Esto te escribía, ¡Yo queriendo liberarte a ti!
Pobre desgraciada
presa más honda nunca la hubiera.
Por ello vino a verme Pizarnik
aquella que dijo, y fue la única,
querer descender a mi encuentro:
no quiero ir
nada más
que hasta el fondo.
Ahora me toca a mí salir hacia ella:
Ir hacia la luz,
que desde luego tú no eras.
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