Y dicho esto, el tout mundo se escandaliza.
Aunque no de lo contrario: el mayor amor, el del perro, que da la vida por su amo, y no su amo, y eso que no es de su especie. Da su vida, y como no lo haría la mayoría de los de nuestra propia especie por sus hijos, no ya hablemos de amigos como dicen que Jesucristo dijo.
El que da la vida por sus amigos: ¿El uniforme cristal psíquico que se partió al principio en tan diminutas esquirlas, cada uno de nosotros vida por el Cosmos repartida?
¿No hay mayor amor que nadie tenga que aquel que de tanta empatía, identificación con el otro, la otra que soy, pasa a ser como él mismo, ella misma?
Ese cristal psíquico que al principio nos amó; pero pasando a ser nosotros: ámate ahora hermano a ti mismo, si quieres conocer una sombra del mayor amor (el romance más duradero según Wilde) Ese mayor amor únicamente existentes en las almas capaces de entonar la voz de lo auténtico que no admite wildeanas ironías: la otra que soy. Alejandra Pizarnik. He ahí una de las almas capaces del mayor amor, una esquirla del Cristal del Principio que sí supo conservar su luz característica, como el perro que da la vida por su amo y no su amo, como el amo que en tan pocas ocasiones devuelve lo mismo. Y habrá ejemplos de aquellos que prefirieron morir con su perro antes de abandonarle a su mortal destino para que lo pasase solo. -Yo te acompañaré hasta en esa hora, si tú me acompañaste en todas.
-Vos no está sola. Dice esa Voz. Aquí estoy acompañándote en cada triste hora de tu destino. Más o menos lo que dije en mi poema http://soloveorosas3.blogspot.com/2008/11/y-el-amor-es-la-nica-ocupacin-la-que.html
Aunque lo bien cierto es la conjugación negativa de la frase: Nadie tiene mayor amor. Nadie tiene mayor amor, y mejor para su supervivencia. Si es mejor sobrevivir sobre el cadáver de lo que se ama pisando esa sagrada tierra, si es mejor sobrevivir, la vida tolerando que se trate así a la vida, pues es de otro, otro del que jamás podríamos hacer la otra que soy, como capaces de lo mismo son tan escasas almas. Como digo en el poema que cito:
yo, ¿qué te puedo decir?
¿Que acepto, pues continúo viviendo,
que soy esa falta de amor que no acaba con el mundo,
que no parte con su rayo de ira las puertas del infierno de la ignorancia,
puertas del infierno del no-amor....
pues soy una sola, una mano sola
y son necesarias todas las manos en esta empresa
de sujetar las vidas, una por una, todas,
de sujetarlas sin dejarlas caer,
¡ni una sola!, pues volveríamos a la casilla de salida
del desamor la ignorancia hacedores únicos de los cementerios?
del amor del que están capacitados para sentir hasta los perros o los perros sobre todo y el refinado instinto materno en todas las especies: la hembra arriesgando su vida por lo que parió hasta en los reptiles
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